En nuestra vida profesional, sobre todo si nos toca hacer de líder de un equipo, deberemos estar muy pendientes de aquellos colaboradores que tengan una autoconfianza extrema, tanto en el extremo positivo como en el negativo.
Ser conscientes de la importancia de ayudar a nuestros colaboradores con baja autoconfianza es muy importante, ya que de ello depende, por un lado que dichos colaboradores se sientan más satisfechos y felices en su vida, y por otro lado, y en gran parte como consecuencia de ello, que sean más eficaces y eficientes en nuestra organización.
Este aspecto de la baja autoconfianza ha sido estudiado y desarrollado ampliamente en los últimos años y se han escrito montones de artículos y de libros, así como se han hecho centenares de conferencias, talleres y formaciones.
El aspecto que no ha tenido tanto éxito, que no ha sido trabajado con igual amplitud y del que no se ha escrito mucho ni se habla demasiado, es el caso contrario, el de los colaboradores con demasiada autoconfianza. También es verdad que, afortunadamente, afecta a un grupo más reducido de personas.
Me refiero a aquel que habiendo leído un par de libros ya se ve capaz de hacer el Plan estratégico de la empresa o de construir un edificio de 10 plantas, por poner un par de ejemplos. Además suelen ser personas con una gran capacidad de seducción, que acaban convenciendo de su supuesta capacidad a cualquiera que se les ponga por delante.
A mi modo de entender aún es más importante ser conscientes y tomar medidas ante la existencia de este tipo de colaboradores, ya que en muchas ocasiones su atrevimiento puede ser realmente un peligro para la organización.
Además es mucho más difícil de manejar, pues hay que encontrar el equilibrio entre frenar el ímpetu en ciertas ocasiones y que acaben desmotivándose por no dejarles actuar.
En fin, un buen líder debe ser como un pastor de ovejas en alta montaña, empujar a las temerosas y frenar a las que acabarían despeñándose y arrastrando al resto del rebaño.
Francesc Blasco
Socio
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