Una hija se quejaba con su padre acerca de la vida y se lamentaba de que las cosas no le salían bien. No sabía cómo hacer para seguir adelante porque sentía que desfallecía y se iba a dar por vencida. Estaba cansada de luchar y luchar sin obtener ningún resultado. Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.
Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo. Allí tomó 3 ollas con agua y las colocó en el fuego. Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo. En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última granos de café. Las dejó hervir. Sin decir una palabra, sólo miraba y sonreía a su hija mientras esperaba.
Su hija, esperó con impaciencia, preguntándose qué hacía su padre. A los 20 minutos su padre apagó el fuego. Sacó los huevos y los colocó en un recipiente, sacó las zanahorias y las colocó en un plato y finalmente colocó el café en un tazón. Mirando a su hija, le pregunto: Querida, ¿qué ves?. Huevos, zanahorias y café le contestó ella.
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