Azul y Crin

Una tarde de septiembre, en un mes muy cálido ese año, la yegua del rancho de Bill dio a luz dos preciosos potros. ¡Eran idénticos! Los dos tenían las piernas fuertes y musculosas, como su madre, la única yegua de la región que había ganado todas las competiciones. Estaba claro para Billl que aquellos dos pura sangres serían el orgullo del rancho.
Uno de los potros nació con un ojo azul, por eso Bill le llamó «Azul». El otro potro nació con el pelo de la crin corto. A éste le llamó «Crin».
Azul y Crin jugaban, corrían por los campos y galopaban vigorosamente, ya desde pequeños. Al observarlos, Bill centró sus esfuerzos en entrenarlos para convertirlos en ganadores, como su madre, la yegua que tanto amaba. Pronto Bill se dio cuenta de que en días de lluvia, Azul era más rápido que Crin. Con su ojo azul, este pura sangre podía ver hasta muy lejos. En cambio, en días de sol radiante Crin era más rápido que Azul. Los pelos cortos de su crin eran muy sensibles al calor del sol y eso le daba energía para correr como un rayo.
Fueron pasando los años y Bill no hacía más que recoger trofeos de sus dos pura sangres. Tanto Azul como Crin habían ganado muchas carreras y habían hecho muy feliz (y rico) a Bill. Sigue leyendo